La sabiduría llega tarde

«La sabiduría nos llega cuando ya no nos sirve de nada»

Gabriel García Márquez

Tengo la impresión de que la sabiduría llega tarde en nuestras vidas.  Me he encontrado varias veces en la red, con un texto citando las supuestas últimas palabras de Steve Jobs. Investigué un poco y según Routers, sus tales reflexiones no existieron, sus últimas palabras fueron “oh guao”.

Aun así, el texto con las supuestas reflexiones de Jobs nos cuenta muchas verdades entre alguna que otra obviedad. Creo que ha sido fácil creer en su veracidad, porque conecta con la creencia popular de que el significado de la vida se devela al final de nuestros días. Entonces vemos la luz y lo entendemos todo.

Personalmente creo que sería muy cruel si esto fuera cierto, ¡qué conocimiento más inútil! Lo que sí creo, es que ciertos eventos en nuestra vida nos hacen replantearnos nuestras prioridades. La muerte de alguien cercano es sin duda un suceso que nos marca y nos lleva a la reflexión.

No estoy en mi lecho de muerte y espero tener muchos años más de aprendizaje y disfrute. En todo caso hoy quiero compartir una reflexión de cosas que me hubiese gustado haber aprendido o entendido antes en mi vida, segura estoy, me habría ahorrado muchos disgustos.

1

Entender con la mente y el corazón, que por más que ames a alguien, no puedes vivir su vida, y que sus errores por más que se los hayas advertido, no son una traición a ti. El refrán popular “nadie aprende por cabeza ajena” es verídico, es una verdad más grande que un templo.

Mi vida y la de mis seres más amados hubiese sido más fácil de haber entendido el significado de ese refrán a cabalidad más temprano en mi vida. Entenderlo fue liberador, dejé de sentirme responsable por hechos que estaban totalmente fuera de mi control. Ahora puedo intuir que dicho “error” era una experiencia que esa persona necesitaba para crecer.

2

Confiar en la palabra de la gente. Cuantas veces me defraudaron, porque yo asumía que cuando la gente se compromete lo hacía de la misma manera que yo. Esta confianza me hizo perder amistades y dinero. No me gusta desconfiar de la gente, no está en mí naturaleza, sin embargo, ya no confió ciegamente. Si algo es realmente importante para mí no lo delego del todo, me esfuerzo en tener un plan B.

3

El apego no es bueno, ya sea a personas o cosas. No es sano ni para ti, ni para la otra persona. Recuerdo que solía sentir celos por mis amigas, creo porque siempre he sido muy selectiva con mis amistades. Con el tiempo entendí que era una actitud muy infantil. El apego a las cosas es algo que debo evaluar continuamente. Hay que ir por la vida ligera de equipaje.

4

Nunca tomar demasiado en serio ninguna situación o resultado porque al fin todo pasará. Sin importar cuán mal se vea tu situación en el momento todo pasa, esto aplica también para los buenos momentos. Es muy importante entender que todo es pasajero. Extenderlo en mente y corazón me ha ayudado a navegar con más serenidad por la vida.

5

Aprender a decir no, decir estas dos letras no es tan fácil como puede parecer. A mí en particular me ha costado con personas a las que amo. Soy una persona complaciente por naturaleza, me gusta agradar. Así que poner mis deseos en primer lugar y entender qué decir no, no es una agresión o un desaire, sino un legítimo derecho que no lleva segundas intenciones.

6

Dejar de pensar por los demás, cuántas veces me he pasado un tremendo rollo mental por estar imaginando o suponiendo lo que otra persona pensó o estaba pensando. Al menos que puedas leer la mente, es una total pérdida de tiempo y energía tratar de adivinar los pensamientos ajenos, es más fácil preguntar y dejar las suposiciones inútiles. 

7

Escribir un diario, en una época en la que tenemos un vasto conocimiento al alcance de la mano con Google, es fácil olvidar cuánta sabiduría puede provenir de nosotros mismos. A veces con solo escribir nuestras dudas nos sirve para despejarlas. Llevar un diario es un excelente método para organizar nuestros pensamientos, es increíble lo que ayuda a aclararnos escribir nuestras ideas. Además, que sorpresas te llevas volver a leer y ver cómo te has mantenido o cambiando tus ideas en el tiempo.

8

No endiosar a las personas que admiramos. No es justo ni para mí, ni para ellos, no conocemos los miedos internos de otras personas.  Cada experto fue una vez un principiante, entender que todos somos humanos, estamos hechos de carne y hueso. Todos tenemos dones y limitaciones, no importa la posición que esa persona tenga también va al baño.

9

Ser multitareas está sumamente sobrevalorado, recuerdo que me enorgullecía autodenominarme multitasking. Al final trabajaba doble y me estresaba innecesariamente. Hoy trato en lo posible poner toda mi atención en una tarea a la vez.

10

Meditar es una práctica bastante nueva para mí. Se me hizo muy difícil al inicio porque hay mucha desinformación acerca de la meditación. Sin embargo, descubrí que la respiración es la clave y es una práctica que me ayuda a calmarme, me llena de pensamientos positivos y siento que mi creatividad aumenta.

11

Nunca tomar decisiones cuando estoy molesta. No puedo pensar con claridad, soy pura emoción. Es un aprendizaje que me tomará toda la vida. La meditación me ha ayudado mucho para tomar distancia y aplacar mi impulsividad natural.

12

Concentrarse en las cosas que alimentan positivamente nuestra vida. He decidido cuidar mi salud emocional, veo menos noticias y he limitado considerable el uso de redes. Ya no participo en discusiones de ningún tipo en redes sociales. Tempo más paz mental.

13

Si un libro no me gusta lo dejo, entendí que no es para mí en este momento. Qué bueno haber aprendido que dejar un libro aburrido, no es un fallo de carácter ni falta de compromiso. Me leí muchos mamotretos en el pasado por un absurdo sentido de compromiso.

14

Entender que se puede cambiar de camino, que las profesiones y decisiones no tienen que ser para toda la vida, si nosotros cambiamos, porque no han de cambiar nuestros sueños, aspiraciones y misión de vida. Fui rígida con mis decisiones, por ejemplo, no debí haber estudiado tanto, y menos contaduría, no me valió ni el tiempo ni el esfuerzo. Aprendí tarde que está bien abandonar algo si no te hace feliz.

Cuéntame qué sabes ahora que te gustaría haber aprendido antes. ¿Te has identificado con algunos de mis aprendizajes tardíos? ¡Escríbeme!