
Recuerdo que alguna vez leí, que las manos pueden contar el tipo de vida que hemos llevado.
Las manos pueden develar nuestra historia. Las manos son muy reveladoras para un buen observador.
Me pregunto, ¿que podrían contar de mí?
Mis manos no son bonitas, están siempre arrugadas, por más que las hidrate, tienen tendencia a resecarse, muy a menudo están heladas y no son suaves.
De niña, metí la mano en una licuadora en funcionamiento, casi pierdo el dedo índice de la mano derecha, lo cosieron, pero nunca más pudo estar recto. Es un dedo barrigón y poco glamoroso. No me quejo.
Estoy feliz de no haberlo perdido.
Hace tres años me operaron el dedo índice de la mano izquierda por un tumor, y perdí algo de movilidad y sensibilidad.
Mis manos no son bonitas, pero son maravillosas, porque son mías, porque me permiten escribir y comunicarme contigo ahora.
Mis manos saben acariciar, amasar, confortar, extenderse hacia otras manos.
Mis manos se sumergen en la tierra para crear vida, lavan, refriegan, limpian, cortan, y cocinan.
Mis manos que rara vez están quietas, aún siendo ásperas saben expresar ternura.
Mis manos que unidas a mis brazos me permiten abrazar y expresar amor y solidaridad.
Mis manos son maravillosas, cuéntame de las tuyas.
Mis manos son bonitas grandes a mí me gustan mucho, son suaves y también siempre están frías
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Si, es verdad tienes unas manos muy bonitas. Dios te las cuide mucho.
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