
El placer de no hacer nada
Aprender a descansar es una tarea pendiente para mí, «Il dolce far niente», el placer de no hacer nada.
¿No te pasa que te sientes culpable si te tomas un descanso a media jornada?
A mí me cuesta no hacer nada, aún en días festivos. Echarme a descansar sin culpa no se me da del todo fácil, cómo mínimo debo tener un libro en las manos, para acallar mi conciencia. Si estoy leyendo entonces estoy haciendo algo productivo.
Asociar el descanso con el pecado de la pereza es una concepción del ocio muy católica; “las manos ociosas son el taller del diablo” decia el apóstol Pablo. “Busca oficio, mente y manos ociosas, no traen nada bueno”, la versión de mi madre.
Nos soltaba esa frase a modo de advertencia tan pronto como nos veía muy relajados. Mi madre no era religiosa, pero igual era promotora del oficio continuo, de mantenerse ocupada, haciendo buen uso del tiempo.

Entonces me quedó la creencia de que descansar es asunto de flojos, la manía ser productiva aunque no tengas ganas de no hacer nada. He progresado porque he adquirido hábito de meditar. Meditar me ayuda a conectar con mi cuerpo.
Sin embargo, me queda camino por recorrer, he conseguido acallar mi voz castigadora que me increpa a culminar la próxima «tarea pendiente», la voz machadora que me recuerda de aprovechar en tiempo en forma útil, que debería estar haciendo alguna tarea relegada.
Como en todo, se trata de entrenarse en el dulce arte de no hacer nada, en forma consciente.
A continuación te comparto algunos trucos que me han sido de gran ayuda, para incorporar el descanso en mi rutina.

Algunas prácticas que me ayudan a descansar:
- Échate en el sofá sin hacer absolutamente nada, escuchando una canción que te guste mucho. Cuando ponemos atención a la canción se nos olvida que no estamos haciendo nada. Luego de un rato me relajo y puedo descansar en paz.
- Aprender a tomar respiraciones conscientes, respirar lentamente, contar hasta cuatro al inhalar , retener unos segundos, y exhalar hasta desocupar totalmente los pulmones, repetir por lo menos cuatro veces.
- Meditar es una excelente forma de descansar.
- Cocinar grandes porciones y reutilizar la comida, así tendrás más tiempo para descansar.
- Prioriza tus pendientes, identifica las tres o cuatro tareas más importantes y hazlas primero, así tomar una pausa será más fácil porque podrás acallar a tu voz castigadora.
- Por último, concientizar que cuando estamos descansados somos más productivos, creativos, tenemos buen humor y somos más pacientes. Por lo tanto, descansar es una excelente inversión.
¿Y a ti cómo te va con el descanso? ¿Te produce culpa o ya lo tienes integrado en tu rutina? ¿Tienes algún consejo para compartir? Escríbeme.
Un comentario en “Il dolce far niente”