
La felicidad cotidiana
La felicidad puede ser tan sencilla como complicada, todo depende de nuestro estado emocional o madurez. Cuando condicionamos la felicidad a un logro es muy poco probable que seamos felices porque vivimos con la mirada puesta en un futuro incierto.

La lista podría ser interminable.
La palabra felicidad viene cargada de unas expectativas muy altas, la asociamos con un estado de éxtasis donde nos quedamos estacionados para siempre. Pareciera que solo podemos ser felices si logramos esto o lo otro.
De una manera un poco infantil, esperamos que, una vez alcanzado el objetivo, todos los demás aspectos de la vida se resolverán en consecuencia.
La obsesión de la felicidad
Vivimos obsesionados por conquistar una meta, enfocados en la satisfacción que nos brindará y perdemos las maravillas que disfrutamos cada día, “esas pequeñas cosas” como dice la hermosa canción de Serrat.

Por supuesto que no se trata de abandonar sueños, sino de disfrutar el viaje hasta alcanzarlos, no supeditar el disfrute de nuestra a vida a un hecho específico.
Nos planteamos la felicidad como un estado ideal donde todo es perfecto, sin problemas de ningún tipo, un estado totalmente utópico porque siempre van a existir problemas que solucionar. Siempre va a existir algo que desear.
Somos felices sin saberlo
La felicidad puede ser tan sencilla y natural que muchas veces somos felices y no lo percibimos. Esperamos que la felicidad venga anunciada con marchas triunfales y eventos grandiosos. Entonces se nos escapa la felicidad que nos proporcionan los hechos cotidianos.

En mi caso, la felicidad dejó de ser un objetivo que perseguir hace mucho tiempo. Mi felicidad se conforma de pequeños momentos, a veces tan cotidianos que se me podrían escapar de no estar alerta para saber reconocerlos.
He escuchado en varias oportunidades que cuando perdemos a alguien amado, aunque hayamos compartido momentos excepcionales, son los momentos de la cotidianidad lo que más extrañamos: el beso de las buenas noches, compartir un café por la mañana, preparar la cena juntos, compartir un abrazo.
Recientemente pensé en la profunda paz que me da escuchar la respiración plácida de mi esposo cuando duerme. Mientras escribo este texto pienso en la fortuna de darle el beso de buenas noches y mirarlo antes de cerrar los ojos y saberlo a mi lado, tranquilo y en paz.

Me imagino que algo parecido sentirán las madres al ver dormir a sus hijos serenos y confiados.
Hace poco escribí un post preguntando qué momentos cotidianos atesoras y recibí pocas respuestas. Pero fueron realmente potentes, les comparto parte de ellas:
“La sonrisa de mi niño, la suavidad de su piel”,

“Los buenos días de mis hijos, el café que me hace mi pareja en las mañanas, el cielo azul en verano, el olor a lluvia, el frío del otoño, el recuerdo de mi abuela”.
Esas respuestas me confirman que todos tenemos muchos motivos de felicidad, sólo se trata de estar atentos y reconocerlos para honrarlos y sentir gratitud.

Muy importante recordar, que lo que es la felicidad para ti no necesariamente es la felicidad para otra persona. La felicidad no se impone.
Mi felicidad es la suma de todos esos momentos bonitos que hacen que mi vida sea dichosa, aún en medio de las tormentas que nos depara la vida. Se requiere estar muy despierto para hacer un balance de nuestros momentos de dicha.

Te invito a reflexionar sobre todos estos momentos que componen tu felicidad. ¿Qué cosas tienes en tu vida que te hacen feliz? Escríbeme.
Me encanta este post! (¡y qué necesario recordarlo!!) Soy de tu equipo totalmente, no se puede esperar la felicidad cuando llegas a una determinada meta, tienes que disfrutar y ser feliz con el camino que recorres!! Luego sino, puede la meta alcanzada no guste y empiecen a aparecer las disonancias y frustraciones!
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Hola amigo 😊 gracias por tu comentario. Me pasó lo de una meta cumplida que no me trajo felicidad sólo alivio. Ya no veo la vida como una carrera de obstáculos sino como un camino que recorrer y disfrutar. Un abrazo.
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Se debe disfrutar cada momento del viaje, porque a veces el destino no es lo que uno espera.
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Gracias amigo, Así es cuantas veces no idealizamos un trabajo o una pareja. Me ha pasado que he disfrutado mucho el camino a un cierto sitio y el lugar en sí no tanto. Por tus textos me pareces muy alerta a la felicidad cotidiana. Saludos.
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La vida es un constante cambio, sueños, metas que hay vienen, unas se logran, otras no, pero lo importante es disfrutar el camino, dis frutar de la «Bellezas esperada» que es lo que tú dices, todas esas dulces sorpresas que se Mos presentan en el camino, es tan fuerte que en mis más fuertes momentos la busco y creeme siempre hay algo que hace una sonrisa, una grata emoción, gracias😍
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Si Reynita, siempre cada día nos regala momentos de felicidad, desde despertarse sin dolor, el aroma de un café compartido, hasta disfrutar de una puesta de sol o una noche estrellada. Las metas y sueños son conquistados o reemplazados por nuevos sueños, a veces nos brindan alegrías y satisfacciones, pero la capacidad de ser felices está dentro de nosotros, de nuestra habilidad para apreciar y agradecer las maravillas que nos rodean. Te abrazo.
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