
No creo que haya algo más liberador que ser tú mismo. Sin embargo, es muy complicado abandonar etiquetas y roles. Tenemos miedo a que no nos acepten, o nos amen menos, a perder quizás privilegios.
Adentrarnos en nuestro ser, ir a nuestro centro, ir eliminado etiquetas como capas cual cebollas puede ser doloroso, pero es un trabajo que te deja muchos frutos. Tras cada situación auto impuesta se esconde la culpa o el miedo a ser rechazado.
Yo fui eliminando las etiquetas de: Hija abnegada. Hermana protectora (controladora). Trabajadora ejemplar, que se enorgullece de ser la última que sale de la oficina. Amiga, flexible que se acomoda, aunque no esté conforme por no quedar mal.
Entendí que ser fiel a mí misma no me convierte en una mala persona. Puedo ser fiel a lo que siento a mis deseos, sin dejar de manifestar amor por mi familia y amigos.
Cada vez me pregunto más seguido, que realmente me gustaría hacer, que me hace feliz a mí. Me siento cada vez más dichosa porque siento que no renuncio a mí en favor de alguien más. La verdad trato en lo posible de no hacer nada por compromiso.
Me regalo muchos momentos de aislamiento, porque disfruto el tiempo conmigo, me caigo bien. Cuando dedico tiempo a socializar, lo disfruto al máximo porque estoy cien por ciento presente. No tengo ganas de estar o hacer algo distinto.
La autenticidad es un regalo de amor, es reconocer mi valor más allá de lo que posea, de la actividad que realice y el estatus sentimental actual.
Déjame saber cómo vives tu autenticidad.